jueves, 10 de junio de 2021

LA HORA DE LA ESTRELLA

En los últimos meses, por azar o quizá por alguna estrategia editorial nada disimulada, me   con Clarice Lispector en varios programas radiofónicos dedicados a la literatura. La injusta posición que la escritora brasileña nacida en Ucrania ocupa en el Olimpo literario latinoamericano del pasado siglo, por su condición de mujer, era unar referencia común en los críticos que alababan su obra. Yo, que en mi ignorancia no había tenido todavía un libro suyo entre mis manos, de inmediato me lancé a buscar los textos más destacados de entre toda su producción literaria y así llegué a esta pequeña novela.

En las menos de cien páginas de la edición de Siruela que he leído, ya que no puedo usar en este caso el verbo disfrutar, Lispector traza el retrato de la vida anodina de una joven, Macabea, la norestina. Es Macabea una pobre de solemnidad, pues su pobreza no es sólo económica, impregna todo su ser como fruto de una crianza desgraciada digna de un relato de Dickens. Y pobre y triste, muy triste, resulta su historia en la que entran y salen unos pocos personajes. Su pretendiente, un muchacho tan pobre como ella pero henchido de ambición, mezcla mezquina a más no poder, llamado Olímpico de Jesús. Y su compañera de trabajo, Gloria, una mulata cuyo nombre hace honor a su físico y que es el contraste de Macabea, lo mismo que el negro destaca sobre el blanco.

Pero quizá el principal personaje no sea ninguno de aquellos con cuyos hilos entreteje Lispector su historia. La originalidad de la novela reside en que el escritor se convierte en narrador y con ello rompe la cuarta pared como si de un personaje más se tratara.

En cuanto a la escritura de Lispector, siempre poética, es precisa y certera sin perder por ello su capacidad evocadora de imágenes y sensaciones. Esta es para mí la principal cualidad de la novela y por la que os invito a leerla.



No hay comentarios:

Publicar un comentario