domingo, 21 de marzo de 2021

LA VIDA JUEGA CONMIGO

Lo primero que pensé al oír hablar de la novela de David Grossman fue «¡Qué buen título! Ojalá se me ocurrieran títulos tan buenos como este para mis novelas». Sucedió mientras escuchaba en RNE una entrevista a su traductora, Ana María Bejarano, en la que describía con pasión como había sido el proceso de traer al español el texto original en hebreo y, en especial, el fin de semana compartido con el autor junto a otros traductores a diferentes lenguas. Grossman, lejos de desentenderse de su obra una vez publicada, mantiene encuentros con sus traductores para trasladarles los significados precisos y profundos de cada giro o expresión utilizada, de cada metáfora, de cada pieza del puzle, en definitiva, que compone la novela a fin de preservarlos en su mudanza a otras lenguas.

Mi segundo pensamiento durante la entrevista admiró a la traductora por tener la posibilidad de compartir de esa forma una obra con su autor. Y no hablamos de un autor cualquiera, sino de un ganador del Booker y permanente candidato al Nobel. Un escritor que se toma tantas molestias merece ser leído y La vida juega conmigo es una excelente oportunidad para comenzar a hacerlo.

Así fue como la novela llegó a mis manos y ya no pude soltarla hasta leer el último agradecimiento de los recogidos al final de la novela. Y es que La vida juega conmigo es una novela magnífica, que te atrapa y, pese al deseo constante de leer más, te invita a detenerte y releer párrafos enteros para saborear como se merece la cuidada prosa de Grossman.

No hay nada en La vida juega conmigo que desentono o flaquee. Su construcción es excepcional. Sus personajes son tan reales que casi puedes sentir su respiración a tu lado durante la lectura. Y la trama, inspirada en una historia real, es tan dramática y descarnada como emotiva y profunda.

La vida juega conmigo narra la historia de una familia judía. Tres mujeres de tres generaciones distintas marcadas por un acontecimiento terrible producido durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en los que la extinta Yugoslavia se sacudió el yugo soviético. La novela recupera un episodio histórico no muy conocido por el gran público: la creación por el gobierno del Mariscal Tito de sus propios gulags, a imagen y semejanza de los soviéticos, para reeducar a sus compatriotas acusados de simpatizar con el comunismo, todo por el bien de la doctrina socialista que le llevó a fundar el movimiento de países no alineados durante los años de la guerra fría.

Esas tres mujeres, abuela, madre y nieta, junto con el padre de esta última, hijastro de la primera y pareja de la segunda, viajan desde Israel a Croacia en busca de las respuestas que permitan curar las heridas que llevan décadas abiertas. Pero, para mí, sobre todo estamos ante una novela acerca del AMOR, así, en mayúsculas. Amor es lo que liga a los cuatro personajes de esta novela con lazos más fuertes que la sangre. Y amor es lo que trae al presenta al quinto personaje, el abuelo desaparecido, sobre cuya ausencia gravita, en cierta forma, toda la historia.

Y hasta aquí puedo llegar sin desvelaros nada. No perdáis la ocasión de leer La vida juega conmigo. Una novela como esta es de las que no se olvidan.

Ficha técnica:

La vida juega conmigo

Autor: David Grossman. Traducción de Ana María Bejarano.

Editorial Lumen, años 2020.

331 páginas.




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