jueves, 8 de octubre de 2020

¿PUEDE LA NATURALEZA SALVARNOS DE NOSOTROS MISMOS?

No sé si tú, que me lees, alguna vez te has planteado la pregunta que encabeza este artículo. Yo, si te soy sincero, jamás había considerado algo semejante. Pero sí lo he experimentado. Así que mi respuesta a la pregunta del título es SÍ, un sí tan rotundo como las mayúsculas en las que lo escribo.

La pregunta viene a cuento del libro del que vengo a hablaros El sonido de un caracol salvaje al comer, escrito por Elisabeth Tova Bailey y publicado en España por la editorial Capitán Swing el pasado año, aunque la edición original en inglés es del 2016. 

Te aviso de  que este es uno de esos libros inclasificables que son capaces de enamorar a un lector dotado con un mínimo de sensibilidad, por diminuta que sea esta. Si alguien lo califica de ensayo, no miente. Pero pretender describirlo con la palabra "ensayo" es quedarse corto, muy corto, porque el texto de Elisabeth Tova Bailey rezuma poesía en cada línea. Y es que estamos ante un libro que hace estallar las costuras de los géneros. Que la obra fuese merecedora del premio NOBA, un galardón que otorgan en Estados Unidos a la literatura sobre la naturaleza, da una ligerísima idea de lo que aborda, pero El sonido de un caracol salvaje al comer es mucho más que eso. Porque, además de todo lo ya dicho, es también es un relato autobiográfico.

Tras escuchar un par de reseñas en la programación cultural de RNE, adquirí El sonido de un caracol salvaje al comer para la biblioteca de mi instituto con la idea de utilizarlo como libro terapéutico. El hecho de que la protagonista se enfrentara a una enfermedad desconocida que la postraba en la cama y adquiriera el hábito de observar al caracol salvaje que el destino le había regalado como compañero de viaje, me pareció una historia que merecía ser compartida con mis alumnos. No os niego que soy de esos profesores a los que cualquier excusa les parece buena para hacer reflexionar a los adolescentes sobre su propia vida y la de quiénes les rodean. Y el libro de Elisabeth Tova Bailey me permitía visibilizar de forma indirecta algunas de las emociones que experimentan aquellos alumnos con graves problemas de salud a la vez que me facilitaba una herramienta capaz de ensanchar la perspectiva del resto de sus compañeros y, por qué no, desarrollar su empatía.

Hoy puedo deciros que el libro no me ha defraudado, muy al contrario. Creo que es este uno de esos libros a los que puedes regresar en cualquier momento, abrirlo por cualquiera de sus páginas, y encontrar un breve instante de disfrute en su lectura sea cual sea tu edad y condición.

Y sí, el libro habla de la vida y costumbres de los caracoles salvajes.



NOTA: Si después de leer este libro deseas saber más sobre la sorprendente vida de los caracoles, te recomiendo que visites este blog:

No hay comentarios:

Publicar un comentario