jueves, 16 de abril de 2020

NAVIA: EL MAGO DE LA LUZ QUE SE ALIMENTA DE PALABRAS

Hoy quiero hablaros de dos de mis pasiones: la literatura y la fotografía.
Y he decidido empezar con una confesión: yo era uno de esos bichos raros que no veían la televisión (si no consideramos a las series de las plataformas de pago como televisión). O, quizá, hoy en día no ver la televisión ya no te convierte en un bicho raro, no lo sé. El caso es que en estos días de clausura he descubierto la aplicación RTVE A la Carta y dos de sus programas me han reconciliado con la tele.
Os cuento esto porque en uno de esos programas, Detrás del instante, ayer tuve la fortuna de reencontrarme con un ser humano excepcional: José Manuel Navia.
Para quien no lo conozcáis, Navia es uno de los más destacados fotógrafos españoles en activo, con un historial que muy pocos pueden igualar. Pero, sobre todo, Navia es el fotógrafo literario por excelencia.
Si os cuento que Navia ha dotado de imágenes textos de Miguel Delibes, Julio Llamazares, Caballero Bonald, Manuel Rivas y muchos otros escritores de primera línea creo que queda justificada mi afirmación anterior. Pues no.
Conocí a José Manuel Navia años atrás, en un curso de edición fotográfica que impartió en una pequeña escuela de un barrio obrero de Madrid. Aquel día tuve la inmensa suerte de compartir con él mesa y mantel, y os aseguro que hubiera pagado lo que me pidieran por estirar aquella sobremesa hasta que cerrara el bar de menús donde nos atendieron. Y es que las palabras de Navia son, ante todo, dos cosas: literatura y sabiduría. No en vano, según nos confesó entonces, durante mucho tiempo estuvo carteándose con uno de los mejores escritores en español del siglo XX: el paraguayo Augusto Roa Bastos.
Si sois como yo, uno de los millones de personas que amamos la genial obra de Cervantes, no podéis dejar de ver en cuanto tengáis ocasión su obra Territorios del Quijote (2004), en la que explora con sus fotografías los territorios reales e imaginarios de la obra cervantina. Y, si os apasiona Antonio Machado, no os perdáis sus Miradas (2007). Son tantas sus obras relacionadas con la literatura que haría este artículo eterno si las citara, pero no puedo dejar de recomendaros un paseo para cuando esta clausura termine, el paseo por Un Madrid Literario que junto a Caballero Bonald expuso y publicó en el año 2009.


Parece que ya sí he justificado suficientemente mi calificación de Navia como fotógrafo literario. Pues todavía hay más...
Y es que todo lo anterior no es más que la introducción a este artículo. Lo que en realidad he venido a contaros es otra cosa, lo que aprendí en las múltiples conferencias de Navia a las que asistí y en sus cursos: como la forma que tiene Navia de trabajar la fotografía es perfecta para un escritor.
José Manuel Navia se inspira para sus trabajos en lo cercano, antes que en lo exótico, sin que ello le reste ni un ápice a su esfuerzo de documentación. Antes de acudir a fotografiar un «escenario», Navia se empapado de toda la literatura que existe sobre ese lugar y sus gentes. Exactamente lo mismo que debería hacer un buen escritor.
Otro rasgo del «buen escritor» que quiero mostraros en el trabajo de Navia es su acercamiento a los personajes, elemento fundamental de su obra fotográfica. En muchas de sus fotografías, los personajes son descritos a la perfección por los objetos que utilizan sin necesidad de que veamos su retrato. Para aquellos de vosotros que no seáis escritores, esta es una técnica literaria usada por muchos autores de todos los tiempos. Pero, lo que a mí me enamora de Navia es la forma que tiene de acercarse a sus personajes. En mis obras, siempre que me ha sido posible, he tratado de imitar a Navia en su manera de entablar conversación con sus personajes hasta crear con ellos una intimidad que le permite hacerlos universales en sus fotografías, gracias al conocimiento profundo de sus vidas que ha adquirido. Decidme: ¿qué escritor no desea algo similar para sus personajes?
En el cuaderno de notas de Navia reposan las ideas a la espera de la creación. Esa pequeña libreta es la memoria donde la intuición es fecundada por la reflexión para dar como fruto sus obras escritas por medio de la cámara. Y en este proceso de creación, es la paciencia, el saber esperar el momento justo en el que todos los elementos de la imagen encajan, la virtud que le permite obtener imágenes inigualables donde unos instantes antes solo había abandono o vulgaridad. ¿No creéis que le ocurre algo muy parecido al escritor?
Todo lo planteado hasta ahora no es nada comparado con lo que falta... Quiero compartir con vosotros dos frases que Navia no dejaba de repetir en sus cursos y que le he vuelto a escuchar, después de tantos años, al encontrarlo en el programa de RTVE. Son dos frases que deberían estar grabadas a fuego en el manual de estilo de todo escritor (y si no eres escritor, pero sí lector, entenderás también lo que voy a decirte). La primera es «Menos es más». O como decían los clásicos: «Lo bueno si es breve...». Y la segunda frase es: «Lo que no suma, siempre resta».
Y creo que no hay mejor forma de terminar este artículo que poniendo en práctica estas dos sentencias.
¡Hasta la próxima semana!

NOTA: Si os habéis quedado con ganas de saber más sobre Navia, aquí os dejo el enlace a su blog.


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